martes, 9 de marzo de 2010

El perro y la cabra

Velocidad luz (Onírico) - poema 3

Circunstancia en que se escribió la fabulosa obra mística «El perro y la cabra»

Noche extraña
Para ser verano, fría.
Reptando por las calles el olor a humedad de la lluvia,
culebreando serpiente por las nalgas de las fosas marinas
nasales, las sales de todos los colores la dominan,
DE TODOS LOS OLORES CURVILÍNEOS....
Miro el polvo aplastado de las calles.
La yerba y la tierra recuperando vida
en la ciudad del pornoasfalto.
Un reloj de cuco se rige por su onomatopeya,
al cual contesta el gato con la suya.
Y el autor-autora con la garganta en trance de extinción,
cigarrillo tras otro, muerte por asfixia.
Con el dedo la aleja arrojando el pitillo.
No quema la colilla la calva del que pasa
pues la nocheagua engulló al paseante
pinza de cangrejo limpiadora.
Propongo a estas endurecidas criaturas amantes del pasado:
patrullas limpiadoras de la vía pública.

Una lujuria de pensamientos crecen entre las cejas
poblándolas de pesadillas.
¡Depiladme estas atroces tropelías de las neuronas disparadas!
¡Por Dios! ¡Que mi cerebro arda
antes de hundirme en esta oscura fuente
de todos los pensamientos las palabras
las emociones de un mundo en manos de la divinidad creciente!
......
Termino como los locos: polemizando conmigo,
dilemas planteándome que resolver a solas.

Noche de yerba despertada.
Tierra mirando agradecida.
Calles lavadas
para un ballet de rimas.

-¡¿Y dónde están el perro y la cabra?!
¿Se preguntaren extrañados
espectadores que ni a pasear se atreven?
-¡Mas no dije que era sólo la circunstancia
en que se escribiere!
Respondiere el autor-autora
sin muchos miramientos.
-¡Pues la circunstancia era ya bien mística
como para que los incluyeres!
Escupieren, ladraren, más que espetaren
la decepcionada concurrencia
....Ausente, como ya dije.

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